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ESTA ES LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO "Rafael Delgado, Realidad y Mito de un Pueblo", de la autoría de Pedro Enríquez Hdez.

UBICACIÓN DEL MUNICIPIO DE RAFAEL DELGADO, VER.

El municipio de Rafael Delgado, Veracruz, México, se encuentra ubicado en la zona centro del Estado de Veracruz de Ignacio de la Llave, en las coordenadas 18° 49” latitud norte y 97° 04” longitud oeste, a una altura de 1,160 metros sobre el nivel del mar.

Limita al norte con Orizaba; al este con Ixtaczoquitlán; al sur con San Andrés Tenejapan, Tlilapan y Nogales; al oeste con Río Blanco. Tiene una superficie de 39.48 Km2, cifra que representa un 0.05% total de la entidad veracruzana. (Enciclopedia Municipal Veracruzana, Gobierno del Estado de Veracruz, Secretaría Técnica, edición 1998)

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viernes, 6 de febrero de 2009

Jalapilla



De las tres congregaciones, Jalapilla es la más importante en la actualidad por el número de habitantes que tiene. Entre esta congregación y la cabecera municipal siempre ha existido un choque cultural por el origen social e histórico que tienen ambas comunidades.

Mientras que los vecinos de la cabecera municipal son nativos y descendientes de la comunidad de San Juan Tzoncolco, --que por ende hablan náhuatl, herencia auténtica de la cultura prehispánica--, Jalapilla es una población conformada por una mezcla de grupos provenientes de distintos sitios, como Tlacotepec, San Marcos, Xochitlán, etc., del estado de Puebla, así como del estado de Michoacán y de otros rincones del país, cuando el ingenio de azúcar gozaba de plena bonanza.

En tanto que en la cabecera municipal y el resto de la población hablan el náhuatl y el español, y practican aún algunas costumbres tradicionales, Jalapilla es monolingüe y sus costumbres son distintas. Conviven en un solo municipio pero son socialmente insolubles, como el agua y el aceite.

Sus diferencias son enormes y con frecuencia se llega al grado de surgir comentarios despectivos entre los vecinos de ambas poblaciones. El rechazo se da de manera bilateral. Mientras que los de Jalapilla les dicen “indios” a los de la cabecera municipal, éstos les dicen a aquellos “cuétlaxtih”, que literalmente significa “hules” o “cueros curtidos”, lo cual traduce a “falsos” o “no auténticos”, es decir, que no son nativos del lugar.

La otra versión de apodarles “cuétlaxtih” posiblemente se deriva de los tiempos precolombinos, porque, según los Anales de Quauhtinchan, Cuetlaxtlan era llave del corredor comercial que bajaba del altiplano por maltrata y Orizaba a las exuberantes costas del Golfo. Si las familias foráneas llegaran de la antigua región de Cuetlaxtlan, como debieron haber supuesto los nativos, obviamente los de Jalapilla podrían ser “cuetlaxtecas”, o “cuétlaxtih”, en náhuatl, por el sitio de su procedencia (Cuetlaxtlan).

Este término también pudo haberse derivado de las costumbres de los campesinos de Jalapilla. Después de dejar de trabajar en la Hacienda algunos jornaleros empezaron a ocuparse por su propia cuenta. Iniciaron un trabajo de ganadería. A falta de espacios suficientes donde pastar los animales, los campesinos crearon establos y salían a conseguir el pasto. En vez de usar huaraches como los nativos del lugar, la gente de Jalapilla utilizaba botas de hule para el trabajo pesado.

Entre los vecinos del Ejido de Jalapilla y los del Casco de Jalapilla también existía cierta división, la cual con el tiempo se ha venido dirimiendo. El rencor surgió desde 1936 cuando la lucha agraria, iniciada desde l924 por los señores Paulino Mendoza, Angel Montero y Manuel González, tuvo el resultado esperado y se repartieron las tierras del potrero entre los solicitantes. Los del Casco de la hacienda, aunque no eran los propietarios, se sintieron ofendidos por la repartición, dado que vivían del empleo que les daba el hacendado.

Históricamente el área geográfica que constituye actualmente la demarcación municipal era territorio de los moradores de San Juan Tzoncolco. Cuando a éstos les ofrecieron recuperar la rinconada de Chiahualpa, ellos reclamaron también el bosque inmediato de lo que hoy en día son los Ejidos San Juan del Río y de Jalapilla. El Conde del Valle rechazó el reclamo y alegó que ese bosque inmediato era lo mejor del potrero de Jalapilla, sitio de donde sacaba leña para aviar el ingenio de azúcar.

El asentamiento de los tzoncolcas en lo que hoy es la cabecera municipal no afectó de modo importante la propiedad del hacendado español, pues todo lo que comprende ahora los campos y ejidos del municipio siguió intacto en manos del Conde del Valle.

Actualmente escuchamos con frecuencia la expresión “la ex hacienda de Jalapilla”. Esto supone que Jalapilla fue una hacienda. La hacienda era un tipo de explotación agrícola que otorgaba bienes económicos y prestigio a sus propietarios.

Se desconoce el origen del nombre de Jalapilla. Existe la anécdota de que había un campesino que laboraba en la hacienda quien tenía una bestia que le decía La Pilla. A la hora de arrearla, exclamaba: ¡Arre! ¡Jala, Pilla!. Pero el término Jalapilla pudo haberse originado también del vocablo náhuatl Xalatl, que se conforma de xalli (arena) y atl (agua), esto es, arena de agua o manantial entre la arena.

Este argumento es más sólido debido a que en estos días aún existen algunos nacimientos de agua en el área que ocupaba el ingenio. La unión de estas aguas forma el volumen del arroyo que se denomina Xalatl o Xalapa. Es posible que por una ocurrencia alguien lo llamó, de modo despectivo o diminutivo, Xalapita, Xalapilla o Jalapilla.

Jalapilla se fundó en 1742 por el Conde José Xavier Diego Hurtado Mendoza y Velasco, quien en 1757 reclamó como suyas las tierras de Jalapilla y Rincón Grande, entre otras.

La hacienda era propiedad de Andrés Suárez de Peredo, quien en 1821 se la vendió a Antonio Manuel Couto. En 1918 la hacienda contaba con tres anexos: 200 hectáreas de San Antonio, 79 hectáreas de San Cristóbal y 162 hectáreas de Rincón Grande, sumando un total de 1,300 hectáreas, propiedad de Luz Bringas.

Bajo el llamado imperio de Maximiliano de Habsburgo, los propietarios invitaron al emperador a visitar la hacienda, donde estuvo algún tiempo. Dedicada a cultivar caña y producir azúcar, la hacienda contaba también con sembradíos de café. Al fraccionarse, surgió la localidad del mismo nombre de más de 6,000 habitantes en la actualidad.

Tenía una casa habitación y una iglesia de arte moderno. En sus labores empleaban más de 50 jornaleros diarios, sin contar con las cuadrillas de los pueblos cuando los trabajos del campo lo exigían. La iglesia era la réplica de una capilla de París, con las imágenes de San José y la Virgen María, traídas también de la capital francesa, según cuentan actualmente los vecinos. El edificio eclesiástico se encontraba rodeado de hermosos y bien cultivados jardines.

La mayoría de los obreros del ingenio tenían sus habitaciones en casas que pertenecían a la hacienda y situadas fuera de su casco; algunos de los trabajadores vivían en los pueblos vecinos de San Juan del Río y Tlilapan. Con el paso del tiempo, la extensa propiedad de los hacendados fue disminuyendo, hasta que finalmente, en 1955, el Ingenio de Jalapilla cerró sus puertas para siempre.