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ESTA ES LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO "Rafael Delgado, Realidad y Mito de un Pueblo", de la autoría de Pedro Enríquez Hdez.

UBICACIÓN DEL MUNICIPIO DE RAFAEL DELGADO, VER.

El municipio de Rafael Delgado, Veracruz, México, se encuentra ubicado en la zona centro del Estado de Veracruz de Ignacio de la Llave, en las coordenadas 18° 49” latitud norte y 97° 04” longitud oeste, a una altura de 1,160 metros sobre el nivel del mar.

Limita al norte con Orizaba; al este con Ixtaczoquitlán; al sur con San Andrés Tenejapan, Tlilapan y Nogales; al oeste con Río Blanco. Tiene una superficie de 39.48 Km2, cifra que representa un 0.05% total de la entidad veracruzana. (Enciclopedia Municipal Veracruzana, Gobierno del Estado de Veracruz, Secretaría Técnica, edición 1998)

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sábado, 7 de febrero de 2009

Los motivos del cambio



El primer anuncio en torno de la mudanza se dio en 1693. Al parecer, los naturales de San Juan Tzoncolco presentaron su queja de infortunios ante el cura que visitaba el pueblo. Le solicitaron que notificase a las autoridades jurisdiccionales de Orizaba la necesidad de cambiarse a otro lugar debido a las condiciones en que se encontraban.


La propuesta se analizó. Se dejó entrever que la petición era justa. Así, un año después, en 1694, un tal Juan Eligio de Ariza, en nombre de los naturales, gobernador, alcalde y común del pueblo de Orizaba, se dirige a don Gaspar de Sandoval Zerda Silva y Mendoza, Virrey, Gobernador y Capitán de la Nueva España, para informarle acerca de las condiciones que prevalecían en el poblado de San Juan Tzoncolco.


Se explicaba que había graves inconvenientes porque el pueblo se encontraba “fundado entre peñas y barrancos monstruosos”, por lo que los habitantes no sólo padecían “en lo humano muchas necesidades”, sino también en lo divino “por no ser posible el que se abriese camino para que los ministros fuesen a administrarles los santos sacramentos de que carecían la mayor parte del año”, por las continuas lluvias que dificultaban el tránsito.


Por esta razón --agregaba Juan Eligio de Ariza--, “me suplicaban les hiciera merced a dichos naturales de un sitio de tierra realenga, Chiahualpa, que por otro nombre llaman Teposchicoya, confinante al pueblo de Tlilapan y del río de mismo nombre, y otro llamado Cuatlatli, para que en él pudiese fundar y mudarse con facilidad, por ser pocas las familias y no llegar más que a sus sesenta”.


El que se dirige al Virrey aclara que la “ejecución a las reales órdenes y cédulas que disponen mandan que las poblaciones sean en lugares oportunos, y no monstruosos, para la remoción del pueblo, donde con facilidad se le pueda instruir en la doctrina”.


Los argumentos y puntos de vista tanto de las autoridades civiles como eclesiásticas, para la remoción del pueblo, se sintetizaban en cuatro puntos básicos:


a)No había campo alguno para sus siembras ni albergues para su ganado.

b)La gran dificultad que había para asistirles con el pasto de la doctrina y administración de los santos sacramentos.

c)Por lo inaccesible del lugar. Sólo en tiempos de secas se formaba un caminillo, pero en éste “no se podía pasar por la fragosidad de las serranías”.

d)Por estar lejos, los vecinos tenían a veces “el sacrílego vicio de la idolatría, muchas supersticiones y fatal ruina de sus almas”.


La noticia, aunque lenta, se divulgó. Pronto apareció un supuesto propietario de las tierras de Chiahualpa o Teposchicoya. En las actas levantadas en ese entonces se omitía la identidad del “dueño”. Sólo se manejaba como el Conde del Valle... de Orizaba. El que daba la cara por él era su representante, de nombre Juan Félix de Gálvez.

El “propietario” se presentó ante el alcalde mayor de Orizaba para explicar que había conocido la noticia de que “los indios del pueblo o barrio de Tzoncolco” tenían la intención de “fundar dicho barrio o pueblo en el paraje llamado rincón de Tlilapan” (Chiahualpa), el cual se le “estaba arrendando al marqués de la Colina”.

El Conde dijo ser el único dueño de la zona y que la había “poseído y poseía quieta y pacíficamente por más de 100 años” mediante sus antecesores. Y de ello “contaba de instrumentos que posaban en la Secretaría de Archivo del pueblo de Orizaba”. Comentó que de ser trasladados los naturales de Tzoncolco sería un grave perjuicio para sus propiedades, pues de éstas extraía madera para su ingenio (fábrica de azúcar).


Sin embargo, el Conde no era tan poderoso como creía serlo, por lo que sus quejas y argumentos no hicieron mella. Las autoridades correspondientes concluyeron que el supuesto propietario carecía de documentos y títulos que avalaran sus reclamos.

Se realizaron más investigaciones y trámites. Posteriormente, el licenciado José Cabrera, abogado de la Real Audiencia, emitió un dictamen por medio del cual consideraba que el traslado del pueblo de San Juan Tzoncolco a Chiahualpa era justo.


Puntualizó que el pueblo sería beneficiado porque se tendría cerca el río de Tlilapan, tierras para sembrar y pastos para el ganado, todo lo cual resulta que “en fundamento de la Ley Octava del Libro Sexto, Título Tres de la Recopilación Novísima de Indios, puede vuestra excelencia (siendo servido) conceder la licencia para la mudanza y fundación de dicho pueblo. Pues la decisión y razón final de dicha ley es que los sitios en que se han de fundar pueblos de naturales tengan comodidades de agua, tierras y montes, entradas y salidas y ejidos para sus ganados, calidades y comodidades”.